miércoles, 17 de diciembre de 2014 | By: Rosalía López

CELEBRACIÓN DÍA DE LA LECTURA

Los niños y niñas de primero A celebran el día de la lectura con Platero y en familia.
Tras presentar en clase el libro de Platero, quien cumple 100 años, leen el
 primer capítulo  y despiertan el interés por seguir leyendo sus historias.
El pasado martes, 16 de diciembre, para celebrar el día de la lectura,
vienen a clase 6 familiares a leernos distintos capítulos en pequeños grupos.
 Disfrutamos del soleado día en el patio y con las lecturas de Platero.
 Los niños y niñas escuchan distintas maneras de leer por parte de distintos
modelos adultos, distintos tonos, velocidades, recursos, incluso distintos soportes,
como el libro digital que trajo el padre de Marta. 

Para estas Navidades muchos de los peques le pedirán a Papá Noel...
 EL LIBRO DE PLATERO Y YO












domingo, 14 de diciembre de 2014 | By: Rosalía López

VISITA DEL MONTAÑERO Y ESCRITOR JAIME MARTINEZ VALDERRAMA

Vino al colegio a visitarnos el escritor y montañista Jaime Martínez Valderrama y contó su experiencia a los alumnos/as de 4º de Primaria que disfrutaron mucho. Aquí os presentamos el escrito que ha publicado en su blog y que ha querido compartir con nosotros.  Ha sido un placer contar con su presencia. Esperamos verte pronto Jaime. Muchas gracias por todo lo que has compartido con nosotros.

Satisfaction!!
Otro fin de semana más a la montaña. A pasar noche bajo las estrellas y caminar. Esta vez conozco a Javier. El silencio de las piedras, el campo, estar a merced de los elementos, de los tempos de la naturaleza, conforma un ambiente propicio para las confesiones. Con Javier, además, resulta particularmente fácil la comunicación.
Le relato mi cambio de rumbo. Más auspiciado por la fuerza de lo instintivo que por argumentos razonables. Le cuento que escribo cuentos. Incluso novelas. Le hablo del viaje al Himalaya, de los linces boreales y los leopardos de las nieves. Le hablo del cuarteto [LINK] de Ladakh. Casi sin darnos cuenta llegamos a los tres mil metros. Ambos estamos entusiasmados, contentos de haber dado con un interlocutor propicio.
“Oye”, dice, “¿te puedo hacer una proposición indiscreta?” Le miro con gesto de sorpresa. “¿No será dormir en el mismo saco?” Se sonríe. “Calla, no. ¿Tú darías una charla a mis niños?” Javier es profesor en el colegio Ginés Morata de Almería y trata de que sus alumnos, sus niños, puedan acceder a experiencias que se salgan un poco de lo cotidiano.

“Claro”, respondo. Es lo que tiene estar parado, que no te puedes parar.


¿Tú eres el montañero amigo del maestro?, me espeta uno de los niños nada más verme, cargado con mi mochilón. Es uno de los veintisiete alumnos del curso de cuarto de primaria. La charla va a ser en el aula, donde hay un ordenador y un proyector. Pretendo alternar las dispositivas con algunas muestras del material que llevamos a la expedición. Me interesa remarcar algunos aspectos, como el de la seguridad en la montaña para lo cual me he traído el piolet y los crampones o que vean cómo se vive en otros lugares. Tengo más pildoritas que iré colando según vea la ocasión.
Le hago ver a Javier que estamos un poco apretados. “Esto no es nada, ahora vienen otros veintisiete. Ah, y prepárate, porque te van a acribillar a preguntas”.

Se apagan las luces. Y el guirigay, más o menos, se apacigua.


Cuando uno toma decisiones, y más si son irracionales es decir, que sean de corazón, aparecen las dudas. Cada día hay cosas que te golpean, te desequilibran. Y hay que mantenerse en la cuerda. Aunque sea sin estilo. Por más que se sea agnóstico, hay que tener fe. En uno mismo.
Y de la forma más inesperada llegan premios. Pasan cosas como esta. Que jamás podrían suceder si no se les diese una oportunidad. Si no se perdiese uno por caminos insondables y empezase a abrir puertas aparentemente selladas.
Sí, ya me ha quedado claro que ganarse la vida con esto de los libros, de escribir, es una utopía. Puede ser, pero también son innegables las satisfacciones, a corto plazo (y esto es importante) que dan. ¿Cuánto valen los aplausos de cincuenta y cuatro chavales puestos en pie cuando aparece la foto del lince boreal? ¿Y escuchar el asombro que les produce ver las montañas más altas del planeta, una marmota, o una simple agama? ¿Y si a raíz de la exposición uno de ellos se engancha a la lectura, o al deporte, o a la naturaleza, o a la escritura?

Como apuntaba el famoso eslogan de un anuncio: eso no tiene precio.


Pasamos una buena mañana. A mí me desbordaba el exceso de interés, acostumbrado al desencanto y la pasividad que normalmente se respira en los círculos académicos, en los foros científicos. Javier se dedicaba a controlar a la jauría y repartir el turno de palabra. Con semejante caldo de cultivo aproveché para dar algún que otro consejillo: por ejemplo les dije que es importante saber inglés para viajar por el mundo, o que conviene comer bien, hacer deporte, tener hábitos sanos si se quiere subir montañas. Claro que en otras ocasiones se me vio el plumero. Por ejemplo cuando puse la foto del lobo que el Indio sujetaba para ver su tamaño. Alguien preguntó “¿y luego os lavasteis las manos?” A lo que contesté que no, que allí no había agua, ni jabón, y que total, nos pasábamos el día recogiendo y desmenuzando mierdas de lince. Vi la cara de pavor en los profesores, que se apresuraron  a decir que ellos no debían hacerlo, que nosotros éramos profesionales y entonces se justificaba. Como esa hubo un par más de cagadillas.


Pasaron unos días de la charla. El profesor, Javi, les había conminado a escribir algo sobre el evento. Y me llegó una de esas cosas que te dicen que vas por buen camino. Que pase lo que pase ya has ganado. “Jaime, el hombre fantástico” se titula, ni más ni menos:








martes, 2 de diciembre de 2014 | By: Rosalía López

Día de la Lectura en Andalucía. Texto

Para trabajar este día en clase podemos leer entre tod@s este texto de  Eliacer Cansino dedicado a los libros y a lo maravilloso que es leer. Comparte esta lectura y comenta qué te ha parecido.

 “UN LIBRO TE ESPERA. BÚSCALO
Había una vez
un barquito chiquitito,
que no sabía,
que no podía
navegar.
Pasaron un, dos, tres,
cuatro, cinco, seis semanas,
y aquel barquito,
y aquel barquito
navegó.

Se aprende a jugar antes que a leer. Y a cantar. Los niños de mi tierra entonábamos esta canción cuando aún ninguno sabíamos leer. Nos juntábamos en corro en la calle y, disputándonos las voces con los grillos del verano, cantábamos una y otra vez la impotencia del barquito que no sabía navegar.
A veces fabricábamos barquitos de papel y los poníamos en los charcos y los barquitos se hundían sin conseguir alcanzar ninguna costa.
Yo también era un barco pequeño fondeado en las calles de mi barrio. Pasaba las tardes en una azotea mirando ocultarse el sol por el poniente, y barruntaba a lo lejos -no sabía aún si a lo lejos del espacio o a lo lejos del corazón- un mundo maravilloso que se extendía más allá de donde alcanzaba mi vista.
Detrás de unas cajas, en un armario de mi casa, también había un libro chiquito que no podía navegar porque nadie lo leía. Cuántas veces pasé por su vera sin darme cuenta de su existencia. El barco de papel, atascado en el barro; el libro solitario, oculto en el estante tras las cajas de cartón.
Un día, mi mano, buscando algo, tocó el lomo del libro. Si yo fuese libro lo contaría así: “Un día la mano de un niño rozó mi cubierta y yo sentí que desplegaba mis velas y comenzaba a navegar”.
¡Qué sorpresa cuando por fin mis ojos tuvieron enfrente aquel objeto! Era un pequeño libro de pastas rojas y filigranas doradas. Lo abrí expectante como quien encuentra un cofre y ansía saber su contenido. Y no fue para menos. Nada más empezar a leer comprendí que la aventura estaba servida: la valentía del protagonista, los personajes bondadosos, los malvados, las ilustraciones con frases a pie de página que miraba una y otra vez, el peligro, las sorpresas…, todo, me transportó a un mundo apasionante y desconocido.
De esa manera descubrí que más allá de mi casa había un río, y que tras el río había un mar y que en el mar, esperando zarpar, un barco. El primero al que subí se llamaba La Hispaniola, pero lo mismo hubiese dado que se llamase Nautilus, Rocinante, la nave de Simbad, la barcaza de Huckleberry, ….todos ellos, por más que pase el tiempo, estarán siempre a la espera de que los ojos de un niño desplieguen sus velas y lo hagan zarpar.
Así que…no esperes más, alarga tu mano, toma un libro, ábrelo, lee: descubrirás, igual que en la canción de mi infancia, que no hay barco, por pequeño que sea, que en poco tiempo no aprenda a navegar.

Eliacer Cansino

Día de la Lectura en Andalucía 16 de diciembre

Día de la Lectura en Andalucía.
Juan Ramón Jiménez.
100 años de Platero y Yo.

Para el día de la lectura en Andalucía os propongo que trabajemos la lectura de
"PLATERO y Yo".

Platero y Yo vio la luz por primera vez en el año 1914. Fue escrita por Juan Ramón Jiménez.
Con cuya obra obtuvo el Premio Nobel de Literatura.






    
A través de las páginas de este libro Juan Ramón Jiménez muestra las injusticias sociales
de la época, dibujando un panorama de Moguer, a la vez realista e idealizado, en el que 
junto a la belleza del lenguaje, a los colores y matices de su gente y su paisaje, se añade
una crítica precisa de la crisis de un pueblo andaluz de principio de siglo.

Ha sido una obra traducida a 48 idiomas, además de al esperanto y braille, y no sólo ha 
llevado el nombre de Moguer por todo el mundo, sino también de sus gentes, de sus 
calles y de su forma de vida a todos los rincones del planeta, convirtiéndose sin duda
en la obra por excelencia de nuestra comunidad local, de su patrimonio y su identidad.

A continuación os presento algunos recursos para trabajar en el aula:


RECURSOS

* Biografía de Juan Ramón Jiménez. (Wikipedia)

* Platero y Yo en pdf















* Actividades para la lectura (de Anaya)


* Cuadernillo para el aula.

* Centenario Platero y Yo (Junta de Andalucía)